Chiapas, Guanajuato, Michoacán; ¿en verdad tengo que seguir citando aquellos lugares, aquellos estados, aquellas tierras; donde mas que vivir día a día, pareciera ser que se muere a cada instante? Es cierto, oímos por todos lados de esos profetas de barro, que uno a uno se han ido quebrando, oímos de esos encapuchados subjetivos hijos del viento y nada más. Pero en verdad, en verdad aún tenemos a esos olvidados; a ellos que hace casi cien años comenzaron una batalla desde los pueblos, desde los corrales, desde sus yuntas; que lucharon los de abajo. ¡Ja! Revolución. Anacronismos opiáceos, cronopios, nubes que entre códigos y cizañas mienten por no develar esas mierdas molcajeteadas que fueron las matanzas, ya"dejadas atrás" y "superadas" con una revolución francamente emocional, pareciera que esos dogmas del caudillismo forman parte verdadera del tuétano mexicano.
Por años, las comunidades de raíces mas antiguas en la nación, han sido maceradas y nosotros sin el mas mínimo desenfado permanecemos cada vez mas encaramados en el sillón y sin apagar la televisión. Pero esa indiferencia no tiene perdón. Es cierto, el poder corrompe, los aires en el sur son fuertes y el pasa montañas no los soportó, pero esa no es la única campaña. Senadores, la política no se hace desde arriba y olvidando a los de abajo, no está arriba todo lo importante, a veces vale mas la pena mirar abajo. En realidad parece nos olvidamos del abuso físico que ha sufrido el país en su parte baja. ¡Ya basta de felaciones! no más. Dejemos de jalar lo que se nos ponga enfrente.
Uno de tantos filósofos alemanes dijo alguna vez "el asco que nos da la suciedad puede ser tan grande que nos impida limpiarnos, es decir 'justificarnos'". Si se ven como el leviatán, perfecto; solo no se olviden de los gobernados. ¿Saben? nos debería dar asco, un repugnante y atros asco mórbido, similar al que sentimos cuando alguien que ha bebido hasta la insanidad devuelve en forma de pastoso y bróncico vómito, todo lo que sus veceras oculta. Sí, asco a celebrar por la igualdad comprada en encuestas y no la equidad parida en las tierras. Resulta repugnante en verdad, como en México aplastamos los derechos de autonomía de aquellos yaquis, de aquellos tzotsiles, de los nahuas y de los purepechas; y sin mas justificación que esta, los forzamos a una asimilación cultural que no nos pidieron desde nunca. No solo violamos sus derechos. Es tanto el asco que el leviatán siente por el repugnante vómito hecho de indígenas, esa suciedad que no puede evitar, y que ve adherido a sus pantalones; que como estado no es capaz de nada mas que de beber, de ignorar y de “aguantar” para olvidar... evidentemente volverá a vomitar; el problema, con evitarlo no se irá; ya lo dijo Monterroso: cuando dsperté, el dinosaurio aún estaba allí. Lo peor es que sabemos el error, vemos el problema; pero bebemos en un guaje para que se vea bonito. Los indigenas, las personas, están allí y no podemos hacernos de la vista gorda. Nosotros, somos eso, y no nos podremos justificar, sino hasta que reivindiquemos en honor a su verdad, su derecho a su verdad y no forzarlos mas por la nuestra. Si la que ustedes quieren es esa del dinosaurio, allí está, tómenla, pero cepan que nunca será tan grande como esta verdad.
En 1989 México, junto con otros paises, y entre ellos Chile y Perú, firmó el Convenio 169 sobre poblaciones indígenas de la Organización internacional del trabajo; 'en el que quedan obligados a incorporar en su legislación nacional las medidas necesarias para que los indígenas puedan gozar, en igualdad de circunstancias, de los mismos derechos y oportunidades que el resto de la población. Además, promueve la efectividad de los derechos económicos, sociales y culturales, respetando su identidad social y cultural, sus costumbres y tradiciones, así como sus instituciones'. Parece que esto también lo vomitamos... No vomitemos los recuerdos, las firmas, los tratados que parescan crear mas gasto. A la larga sale mas cara una solución comprada que una ganada, hemos visto ya las guerrillas, hemos visto ya los muertos, que si bien estabamos en un sistema al que no le importaban en lo mas mínimo; no estamos dispuestos a contiuar así. Ya ano se trata de una nueva revolución, ya no se trata de otra guerra civil, ya no se trata de renovada nacionalidad ni de códices quemados, hoy de lo que se trata es de firmeza, de convicción, se mero sentido común. Así mismo el 'Conservar y enriquecer su cultura, incluyendo su derecho a mantener su propia concepción del mundo, su identidad, formas de vida, prácticas religiosas y sus usos y costumbres', es razón de su pedir; pareciera que su mera virtud de no ser, como el resto, hijos bastardos de la historia, es la piedra mas grande que tienen que cargar. mientras nosotros, hijos de mil padres, nos regocijamos sobre la altivez de un espejo resquebrajado que no dejamos, pues no queremos ver atraves de él y saber de los que viven detras, por nuestra opulencia de vanidad racista y a veces, ¡por que no? facista. Senadores, nos sabemos de una historia de indios muertos, nos recordamos de una historia de indios grandes, nos maravillamos de una historia de indios y ciudades, pero muertos al fin; creemos puerilmente en su inmaculada verdad y nuestra raíz, pero olvidamos que al fin los muertos, muertos están, con lo que poco nos ocupamos de aquellos que si bien creemos no ver día con día, siempre están esos indígenas del México profundo. En suma, hay que hacer una reforma. Esto no es solo un tema de malpaso. Por hondo que sea el México profundo, no habrá barrera en el mundo que pueda su espíritu derrumbar.
Senadores; no se pide que enaltescan las culturas y costumbres indígenas, no se trata de que seamos amigos ni hermanos, solo se trata de cambiar nuestra manera de pensar al respecto. Así como el cambio en su base está en cada ser, en su funcionamiento está en nosotros; "El gobierno, así, estará encargado de garantizar el respeto a la cultura indígena por medio del cuidado de su cultura, quedando como encargado de evitar cualquier tipo de asimilación cultural forzada a los pueblos indígenas, así como los intentos de destruir dicho patrimonio cultural".
No somos quién para decidir qué de ellos ha de ser, de decidir por ellos; qué sabe nadie sobre si se condenarán o elevarán. No le toca al mexicano con indios muertos en nichos viejos, que con una pluma se cega del presente; no le toca al siglo de confusión dictar nuestro mal pasado. Pareciese ahora que tecnócratas bajaron del Olimpo, los dinosaurios bajaron hasta el Tártaro, los estudiantes bajaron al Estigia, ¿y los indios vivos?, ¿y nuestras “culturas madre”? no, ellos solo bajaron de las montañas, cargando a sus mochilas, a sus muertos y a su historia; vinieron a la ciudad a buscar la patria que les había olvidado en el último rincón del país, el rincón más solitario, el mas pobre, el más sucio, el peor.